Ruptura
Se lo dije...no tenía por que, pero lo hice.
Al instante los astros cerraron sus ojos y se retiraron.
No había nada más que hacer, no había nada más que perder.
Pude ver como se desarticulaban los inaccesibles brazos del destino.
Sentí miedo, mi cuerpo en el suelo, me vi perdido.
Vi todo confundirse y a la vez permanecer quieto, inmóvil.
Mi cielo escapando hacia otro cielo.
Los vi alborotarse leve y confusamente,
sus ojos, perfectos, indecisos,
esos ojos que quise negros, se volvieron rojos.
Vi como su luz se apagó.
Entendí que sería la última vez que la besaría.
La besé y quise morir con ese beso.
Quise morir y llevármela conmigo; asumir toda la culpa,
cargar con todo el karma del mundo en mi espalda.
Lo hubiese hecho si eso significara estar un segundo más junto a ella.
Si con eso me hubieran dado tiempo para despedirme.
Pero no pude, esa tarde todo fue rojo.
El error fue la causa. Todo para que no esté con ella.
Todo en mi contra, en su contra, todo en contra de los dos.
Sentí como el futuro con ella se deshacía sin haber existido.
Perdí lo que pudo ser mío. La perdí para siempre.
Su mirada ya no es mía, ya es de otro, ese otro
que todavía no conoce, que quizás no existe pero existe.
En un segundo vi como lo que más quise en la vida se me escapaba.
Ese segundo se convirtió en mil años
y ambos nos volvimos ancianos
y morimos y nunca nos conocimos
y nunca existimos y todo quedó intacto:
La hierba del parque, las piedras usadas como asientos,
la silueta del beso, el beso...
Todo se borró de la memoria. Todo se destruyó para siempre.
La dejaba ir y no hacía nada.
Ya no estaba.
Un segundo fue más que suficiente.
Mi condena, el precio de haber besado a un ángel.
Lo pagaría y me iría, muerto en vida.
Yo sin mí y ella sola.
O quizás no. No lo se.
Quizás la vea de vuelta.
Sus manos blancas; sus blancas piernas.
Quizás vea sus ojos alborotarse;
Quizás esté ciego o no la vea claramente.
Quizás me reconozca.
Quizás se acerque y me escuche.
Quizás me nombre y no me deje hablar.
Quizás al fin me quiera.
Quizás pueda volver al pasado y decirle que hubo
un tiempo en que la perdí y que no lo haré de nuevo.
Quizás permanezcamos enamorados y no lo sepamos .
Quizás alguien lo quiso: destino, plan divino…quizás fui yo.
Quizás suceda.
Quizás exagere.
Quizás la olvide.
Quizás la recupere.
Quizás no.
Al instante los astros cerraron sus ojos y se retiraron.
No había nada más que hacer, no había nada más que perder.
Pude ver como se desarticulaban los inaccesibles brazos del destino.
Sentí miedo, mi cuerpo en el suelo, me vi perdido.
Vi todo confundirse y a la vez permanecer quieto, inmóvil.
Mi cielo escapando hacia otro cielo.
Los vi alborotarse leve y confusamente,
sus ojos, perfectos, indecisos,
esos ojos que quise negros, se volvieron rojos.
Vi como su luz se apagó.
Entendí que sería la última vez que la besaría.
La besé y quise morir con ese beso.
Quise morir y llevármela conmigo; asumir toda la culpa,
cargar con todo el karma del mundo en mi espalda.
Lo hubiese hecho si eso significara estar un segundo más junto a ella.
Si con eso me hubieran dado tiempo para despedirme.
Pero no pude, esa tarde todo fue rojo.
El error fue la causa. Todo para que no esté con ella.
Todo en mi contra, en su contra, todo en contra de los dos.
Sentí como el futuro con ella se deshacía sin haber existido.
Perdí lo que pudo ser mío. La perdí para siempre.
Su mirada ya no es mía, ya es de otro, ese otro
que todavía no conoce, que quizás no existe pero existe.
En un segundo vi como lo que más quise en la vida se me escapaba.
Ese segundo se convirtió en mil años
y ambos nos volvimos ancianos
y morimos y nunca nos conocimos
y nunca existimos y todo quedó intacto:
La hierba del parque, las piedras usadas como asientos,
la silueta del beso, el beso...
Todo se borró de la memoria. Todo se destruyó para siempre.
La dejaba ir y no hacía nada.
Ya no estaba.
Un segundo fue más que suficiente.
Mi condena, el precio de haber besado a un ángel.
Lo pagaría y me iría, muerto en vida.
Yo sin mí y ella sola.
O quizás no. No lo se.
Quizás la vea de vuelta.
Sus manos blancas; sus blancas piernas.
Quizás vea sus ojos alborotarse;
Quizás esté ciego o no la vea claramente.
Quizás me reconozca.
Quizás se acerque y me escuche.
Quizás me nombre y no me deje hablar.
Quizás al fin me quiera.
Quizás pueda volver al pasado y decirle que hubo
un tiempo en que la perdí y que no lo haré de nuevo.
Quizás permanezcamos enamorados y no lo sepamos .
Quizás alguien lo quiso: destino, plan divino…quizás fui yo.
Quizás suceda.
Quizás exagere.
Quizás la olvide.
Quizás la recupere.
Quizás no.