Hablaba y hablaba
Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy un hombre de mi casa. Pero aquel tipo gordo no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirlo por eso? Hubieran tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarles mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.
Basado en un relato corto de Max Aub
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