01 octubre 2007

Diario de un regatista

"Estoy rabioso. Pasé de pelearme alrededor del noveno puesto hasta caer al 14. ¿Por qué? Pues porque tuve problemas con el generador que no me cargaba las baterías y los tres últimos días de regata, cuando empezó mi decadencia, era porque ya no tenía energía a bordo. Arreglé el generador como un auténtico McGiver, pero ya era demasiado tarde porque las baterías ya estaban muertas y sólo subían el voltaje cuando el generador estaba encendido... Por lo tanto, cuando se acabó la gasolina, se me acabó por completo el tener piloto automático, sin GPS fijo, sin VHF... Intenté mantener el ritmo con GPS portátil, estuve casi tres días sin pegar ojo atado a la caña del barco, seguía izando velas y trasluchando, pero sin piloto y con cansancio he desgastado mucho el material (...)."

"Otro acontencimiento que me marcó muchísimo y que no tengo reparo en afirmar que es la vez que más miedo he tenido en mi vida fue una subida al mástil de noche... Os pongo en situación... Quinto día de regata, noche cerrada, negra, con chubascos por todo, no se ve nada y la intensidad de viento sube y baja, estoy cerrando los ojos en la bañera del barco. De repente me despierto y veo el spi grande (Helga) totalmente enrollado en el stay de proa de una manera que nunca he visto (¡y mira que ´cocoteros´ de spi he hecho para parar un tren!). Voy a proa corriendo, me pasó ahí un buen rato y no hay manera (...). Tengo que subir al mástil como sea (...). Me despido antes del mundo en la cámara de vídeo porque realmente estoy muerto de miedo. (...) ¿No dicen que los navegantes solitarios estamos hechos de otra pasta? Pues hay que dejar de decirlo y demostrarlo. ¡Arriba! Monto el sistema de escalada en el stay de proa, me preparo con luz frontal, cuchillo y empieza mi ascensión. A un metro de cubierta ya no hay quien aguante el movimiento. Estoy zarandeado de un lado al otro, golpeándome la cara contra el stay de proa, pero hay que seguir subiendo. Subo hasta 3/4 del stay de proa, donde creo que reside el problema y empiezo a intentar desliar el tema. La fuerza del spi me puede, los movimientos del barco son muy bruscos allí arriba, doy vueltas sin parar sin control por mi inercia alrededor del stay, golpes, golpes y más golpes; tengo las manos ya ensangrentadas, hinchadas pero hay que arreglar esto como sea (...). Pero no, pienso, esto sería de cobardes y yo creo que no lo soy. Ya no se dónde estoy, doy tantas vueltas que estoy vomitando a nueve metros de altura (...) . Llevo hora y media arriba y tres veces he tenido el cuchillo en mano para rajarlo todo y acabar: es una solución fácil a primera vista, pero me quedaría sin mi mejor arma hasta Brasil... Hasta que por arte de magia empiezo a desliarlo. ¡Eureka! ¡Ya está! No tengo ya fuerzas ni para izarme dos centímetros para desengancharme del sistema de sujeción y bajar en rapel. Al cabo de un rato toco de nuevo la cubierta y la beso (...)".